Acceso y uso de los recursos económicos

En este ámbito nos centramos en las desigualdades de género existentes en el acceso, en la permanencia y en la calidad del trabajo remunerado, y también en los desequilibrios entre los salarios y en las barreras que frenan la proyección profesional femenina. Tradicionalmente, el hecho de ser hombre o mujer ha influido en el rol desempeñado en la sociedad. La división sexual del trabajo provocó que fuesen las mujeres las responsables de los cuidados (infancia, mayores y personas enfermas, dependientes y con diversidad funcional), mientras que los hombres estaban más vinculados con el mercado laboral formal y el trabajo remunerado.

Para analizar en qué medida esta situación persiste en el contexto municipal, presentamos datos sobre las desigualdades en la participación de las mujeres y de los hombres en los tres agentes económicos de generación e intercambio de recursos económicos: el mercado laboral, el Estado y el hogar. Además, prestamos especial atención a las desigualdades en el acceso de mujeres y hombres a las políticas municipales de empleo.

Además anexamos una propuesta para guiar futuros estudios, extraídas del estudio cualitativo realizado.

Mercado laboral

Fuente de datos: IGE, 2016.

El 55,12 % de personas desempleadas en Compostela son mujeres.

En la población femenina las tasas de desempleo aumentan en las edades comprendidas de 25 a 44 años; en estos tramos de edad, la brecha de género se ensancha considerablemente. En las edades más avanzadas (de 50 a 59 años), el nivel de desempleo femenino desciende, este dato puede verse influenciado por el hecho de que son en su mayoría las mujeres mayores las que se benefician de alguna prestación de jubilación, viudedad o discapacidad.

En el estudio cualitativo se percibe que el riesgo de desempleo femenino aumenta proporcionalmente con la edad. En este sentido es necesario valorar en qué medida influyen los estereotipos de género en los procesos de selección de la ciudad, sobre todo en el sector de la hostelería y servicios, uno de los pilares económicos de Compostela. 

Fuente de datos: IGE, 2016.

En esta ocasión atendemos a las desigualdades en los niveles de desempleo entre hombres y mujeres según duración. La brecha de género se ensancha a medida que aumenta la duración del desempleo, y alcanza más de 10 puntos en el caso de las personas que llevan más de un año desempleadas (mujeres: 55,92% y hombres: 44,08%). Este indicador revela que las mujeres tienen más riesgo de desempleo de larga duración.

Fuente de datos: IGE, diciembre 2016.

La tendencia confirma que el paro femenino respecto del masculino es mayor conforme aumenta el nivel de estudios. El caso más extremo se presenta en las mujeres desempleadas que tienen estudios postsecundarios, que doblan en cantidad a los hombres del mismo nivel.

  • En el único caso en que los hombres representan un porcentaje mayor que las mujeres es en el de las personas desempleadas con estudios primarios completos.
  • Por el contrario, se confirma que las mujeres de 25 a 45 años con estudios postsecundarios son las que más engruesan el porcentaje femenino de desempleo.

En el estudio cualitativo se apunta la gravedad del desempleo en las mujeres jóvenes con estudios superiores universitarios. La percepción es que el nivel de emigración en la ciudad y en el país es mucho más elevado en las mujeres con este perfil, pues la precariedad obliga a marcharse.

 

 

Fuente de datos: IGE, 2016.

En el caso de los contratos parciales y fijos descontinuos, la brecha de género es destacable: el porcentaje de mujeres respecto al de hombres se eleva entre 23 y 27 puntos porcentuales. Se evidencia que las mujeres cuentan con un mayor grado de temporalidad que los hombres. La brecha entre los sexos en la categoría de contratos temporales alcanza los 11 puntos porcentuales, una diferencia destacable respecto a la categoría de contratos indefinidos, que es de 3 puntos porcentuales.

Fuente de datos: IGE, 2016.

Los porcentajes femeninos más altos se concentran en contratos en los que predomina la temporalidad. Las modalidades de contrato más frecuentes en mujeres son: «interinidad», «en prácticas» e «indefinido ordinario y fomento para el empleo». En todos los casos en los contratos de jornada parcial las mujeres predominan.

En el estudio cualitativo se alude a las desigualdades de género existentes en los usos de los tiempos. Profundizar en este tema se percibe como prioritario para articular un plan de corresponsabilidad.

Fuente de datos: IGE, 2016.

Las mujeres representan el 51,98 % de la población afiliada a la Seguridad Social en 2016. Aquellos sectores en los que se encuadran en mayor medida las mujeres son los que encajan con las tareas relacionadas con los cuidados o con la administración y la gestión. La categoría de «actividades de los hogares como empleadores/as de personal doméstico; actividades de los hogares como productores de bienes y servicios para uso propio» despunta como un sector completamente feminizado (96,69 % de mujeres).

En el estudio cualitativo se reflexiona en torno a la precariedad del sector de las trabajadoras del hogar, un sector que facilita la conciliación general en la ciudad a costa de la imposibilidad de estas trabajadoras para conciliar. Además, se percibe la existencia de barreras de género para que los hombres trabajen en este sector (ellos representan una mínima parte, y los pocos que hay aparecen como consecuencia de la crisis económica).

 

Fuente de datos: IGE, 2014.

La brecha salarial alcanza una diferencia de más de 1 euro por hora en los salarios. Además, existe una diferencia salarial considerable entre mujeres y hombres en todas las modalidades de contrato y tipos de jornada: en todos los casos, ellos cobran más que ellas (contratos indefinidos: mujeres 7,3 y hombres 9,4; contratos temporales: mujeres 7,3 y hombres: 7,6; jornada completa: mujeres 8,7 y hombres: 9,6; jornada parcial: mujeres 6,4 y hombres 7 euros la hora). Es relevante que la brecha exista igualmente en aquellas categorías de contrato y tipos de jornada más habituales entre las mujeres: los contratos temporales y la jornada parcial. Se evidencia que existe un mayor nivel de precariedad en el caso de los empleos más feminizados.

Recursos producidos en el hogar

En la actualidad no contamos con información disponible para analizar las desigualdades existentes en lo que respecta al uso de los recursos económicos en el hogar, pero la intención es centrar futuros estudios en las desigualdades existentes, tanto en el uso de los recursos económicos como en el del tiempo dedicado al trabajo productivo y reproductivo.

Prestaciones económicas

Fuente de datos: IGE, 2015. 

* [Ayudas de emergencia social (AES), Pensiones contributivas de la Seguridad Social (incapacidad permanente, jubilación y muerte y supervivencia), Pensiones no contributivas de la Seguridad Social, Prestaciones de la LISMI, Prestaciones del Fondo Nacional de Asistencia Social (FAS), Prestaciones familiares por hijo/a a cargo, Prestaciones por desempleo, Renta de integración social de Galicia (RISGA)]

Los datos confirman que la mayoría de las personas que cobran y acceden a prestaciones no contributivas (de jubilación y por invalidez), a la RISGA y a la AES, son mujeres. Si atendemos a la distribución de las personas que cobran pensiones y prestaciones*, el porcentaje de mujeres se eleva ligeramente, con una diferencia porcentual del 5 %.

Este indicador apunta al riesgo de pobreza de las mujeres es mayor que el de los hombres. El hecho de que las mujeres dediquen parte de su vida diaria a trabajos no remunerados, que sus vidas laborales tengan menos estabilidad y más precariedad, y que cuenten con un mayor riesgo de dependencia son algunos de los factores que influyen en estas cifras.

Fuente de datos: IGE, 2015.

* [Ayudas de emergencia social (AES), Pensiones contributivas de la Seguridad Social (incapacidad permanente, jubilación y muerte y supervivencia), Pensiones no contributivas de la Seguridad Social, Prestaciones de la LISMI, Prestaciones del Fondo Nacional de Asistencia Social (FAS), Prestaciones familiares por hijo/a a cargo, Prestaciones por desempleo, Renta de integración social de Galicia (RISGA)]

La brecha de género se reproduce tanto en el conjunto de pensiones y prestaciones como en las pensiones contributivas a la Seguridad Social: ellos cobran alrededor de 270 euros más al mes que ellas. Esta diferencia representa aproximadamente un 30% de la media del importe mensual que cobran las mujeres en los dos casos.

Se visibiliza así el impacto de la precariedad en la vida laboral (temporalidad en sus contratos, elevado nivel de jornadas parciales, inestabilidad laboral...), que incrementa la pobreza en el caso de las mujeres que cobran una pensión o prestación.

Políticas municipales de empleo

Fuente de datos: Axencia Local de Colocación, 2015.

El nivel de personas usuarias de la Axencia es más elevado en el caso de las mujeres (61,29 % de 32 408 demandantes inscritas en 2015). Aunque si atendemos a las personas usuarias de la web, se percibe una brecha de género que asciende a 8 puntos porcentuales. Se visibilizan así desigualdades que pueden tener que ver tanto con el acceso como con las capacidades o el uso y manejo de herramientas digitales.

Fuente de datos: Axencia Local de Colocación, 2015.

Más de la mitad de las personas que envían el currículo a la ALC son mujeres (o 58,49 % de 5870 personas). Atendiendo a criterios de edad y sexo, se percibe que las mujeres más jóvenes son las que logran una mayor inserción laboral a través de las políticas municipales de empleo. Así, conforme aumenta la edad, el nivel de inserción de las mujeres se va diluyendo, hasta encontrar la mayor desigualdad entre sexos en el grupo de edad de 41 a 50 años (uno de los grupos de edad que cuenta con más riesgo de desempleo, según comprobamos en el estudio de indicadores anteriores).

 

 

Fuente de datos: Axencia Local de Colocación, 2015.

Pese a ser las mujeres las que más engruesan las listas de demandantes de empleo (61,29 % de 32 408 personas demandantes inscritas en la ALC en 2015), son las que menos prestaciones por desempleo cobran. Este dato apunta a un incremento de la situación de riesgo de exclusión en las mujeres.

Fuente de datos: Axencia Local de Colocación, 2015.

Los porcentajes de mujeres y hombres que participan en las acciones son considerablemente paritarios, aunque la brecha más visible se concentra en aquellos cursos que encajan con sectores tradicionalmente más masculinizados.