
Bienestar
Las desigualdades de género en el bienestar y en la calidad de vida se reproducen, en muchas ocasiones, como consecuencia de los trabajos reproductivos a los que las mujeres dedican gran parte de su tiempo. La incorporación de la mujer al ámbito laboral ha provocado una sobrecarga de trabajo diario, por tener que combinar el trabajo reproductivo y el productivo. Además, si pensamos en las personas cuidadas, los datos desvelan que las personas mayores y dependientes son, en su mayoría, mujeres. Por otro lado, varios estudios de género centrados en este ámbito evidenciaron como los determinantes de la salud –estado de la salud, enfermedades o demandas y necesidades de atención en los servicios– no son iguales en el caso de las mujeres y en el de los hombres.
En este apartado pretendemos indagar en el estudio del nivel de bienestar y calidad de vida de mujeres y hombres a nivel municipal desde un enfoque amplio y holístico, que entiende la salud no únicamente como ausencia de enfermedad, sino como un proceso integral con implicaciones en el plano emocional, físico y social. Se trata de conocer y comprender la influencia de los condicionantes de género en los estados de salud de las personas, con particular atención a los procesos de calidad de vida que se desarrollan en las vidas femeninas. En este sentido, indagamos sobre la desigualdad en el acceso y en la calidad de los recursos sociales y las prestaciones no contributivas del Estado, así como en la incidencia de los problemas de salud relacionados con enfermedades crónicas y en los hábitos de vida saludables.
Hasta el momento, la información obtenida se centra en el análisis de las desigualdades en el ámbito de la dependencia, en el del acceso a las políticas municipales y a las prestaciones no contributivas. Con todo, mostramos una propuesta de indicadores y premisas para guiar futuros estudios que visibilicen y analicen las desigualdades existentes en la ciudad, extraídas del estudio cualitativo realizado.
Dependencia
Fuente de datos: IGE, 2015.
Los índices de dependencia son superiores para las mujeres, excepto en el caso del índice de dependencia juvenil. Este indicador confirma que el riesgo de dependencia es más elevado en el caso de las mujeres que en el de los hombres.
En el estudio cualitativo se apunta al hecho de que los cuidados de personas dependientes, tanto menores como adultas, sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres de las familias, que con su trabajo gratuito sostienen la economía doméstica. Esta realidad condiciona las oportunidades de establecer itinerarios de inserción y desarrollo profesional con autonomía.
Fuente de datos: IGE, 2015.
En el estudio cualitativo se señala la discriminación múltiple que sufren las mujeres con diversidad funcional en términos de violencias, no solamente por cuestión de género, sino también la ejercida por figuras cuidadoras, de apoyo, familiares, amistades... Además se hace referencia a la diferenciación de los ámbitos urbano y rural como un elemento a tener en cuenta, pues en este último escenario existe un mayor riesgo de desatención institucional.
Políticas municipales
Hasta el momento contamos con la información que se muestra a continuación. De cara al futuro, en el estudio cualitativo se posiciona la necesidad de valorar la cobertura de las acciones municipales relacionadas con la conciliación.
Fuente de datos: Concellaría de Políticas Sociais, Diversidade e Saúde, 2016.
La renta de solidaridad social contó con un total de 69 personas beneficiarias, las ayudas de riesgo social, con 13, y las ayudas de prevención e inserción, con 1. Se observa como en todos los casos el porcentaje de las mujeres beneficiarias de ayudas y renta de riesgo social supera en todos los casos el 50%.
Fuente de datos: Concellaría de Políticas Sociais, Diversidade e Saúde, 2016.
El Programa contó con una cobertura de 90 personas en 2016. En este caso las mujeres representan más de la mitad de las personas usuarias.
Distribución porcentual de personas usuarias de los programas del área municipal de Mayores por sexo
Fuente de datos: Cruz Vermella, 2016.
El programa de teleasistencia municipal contó con un total de 53 personas usuarias, el de atención a personas mayores con funciones cognitivas deterioradas, con 38, el de ayuda a domicilio complementaria, con 34, el de promoción de envejecimiento saludable, con 63, el de red social para personas mayores (Enrédate), con 113, el de voluntariado de mayores, con 76. Las mujeres son la gran mayoría de las personas que acceden y forman parte de los proyectos y programas impulsados por el área de Mayores.
Fuente de datos: UMAD.
* El Programa de Ayuda Oficial centra sus acciones en el acompañamiento a personas con causas judiciales abiertas o pendientes. El Programa de Incorporación Personalizado se centra en un itinerario de intervención social de carácter formativo, laboral y/o judicial.
El Programa de Incorporación Personalizado contó en 2012 con un total de 94 personas usuarias, y el Programa de Ayuda Judicial en 2016 con 166. Se observa como en los dos casos el porcentaje de hombres representa prácticamente la totalidad de las personas usuarias.
En el estudio cualitativo se identifica diferentes desigualdades de género en relación a la población drogodependiente, como por ejemplo, que la incidencia del consumo es menor en el caso de las mujeres. Igualmente, destaca la tendencia a encontrar más mujeres jóvenes que hombres jóvenes; en edades más elevadas es mucho más habitual el perfil de consumidor varón.
En lo tocante a la discriminación múltiple de las mujeres drogodependientes, cabe señalar:
- Elevado número de casos de violencia machista: se identifica una situación de especial emergencia en el caso de las mujeres que viven en la calle. En estas circunstancias las trabajadoras identifican la violencia como fruto de la búsqueda de protección, es decir, se señala el aumento de la dependencia de las mujeres en las relaciones de pareja como mecanismo de protección. También es habitual que las mujeres acudan a la prostitución como mecanismo de sustento, pues es frecuente que corten todo tipo de vínculos sociales y familiares, otro factor añadido para aumentar la dependencia de la mujer respecto del hombre.
- Falta de conciencia de autocuidados: en relación a la salud sexual, es muy frecuente que no realicen ningún tipo de revisión, lo que dificulta muchas situaciones de emergencia en el caso de embarazos o enfermedades. Las prácticas sexuales de riesgo son muy habituales.
- Problemas de autoestima provocados por la pérdida de las redes de apoyo y, sobre todo, por la estigmatización social a la que son sometidas.
Prestaciones económicas
Fuente de datos: IGE, 2015.
* [Ayudas de emergencia social (AES), Pensiones contributivas de la Seguridad Social (incapacidad permanente, jubilación y muerte y supervivencia), Pensiones no contributivas de la Seguridad Social, Prestaciones de la LISMI, Prestaciones del Fondo Nacional de Asistencia Social (FAS), Prestaciones familiares por hijo/a a cargo, Prestaciones por desempleo, Renta de integración social de Galicia (RISGA)]
Los datos confirman que la mayoría de las personas que cobran y acceden a prestaciones no contributivas (de jubilación y por invalidez), a la RISGA y a la AES, son mujeres. Si atendemos a la distribución de las personas que cobran pensiones y prestaciones*, el porcentaje de mujeres se eleva ligeramente, con una diferencia porcentual del 5 %.
Este indicador apunta al riesgo de pobreza de las mujeres es mayor que el de los hombres. El hecho de que las mujeres dediquen parte de su vida diaria a trabajos no remunerados, que sus vidas laborales tengan menos estabilidad y más precariedad, y que cuenten con un mayor riesgo de dependencia son algunos de los factores que influyen en estas cifras.
Fuente de datos: IGE, 2015.
* [Ayudas de emergencia social (AES), Pensiones contributivas de la Seguridad Social (incapacidad permanente, jubilación y muerte y supervivencia), Pensiones no contributivas de la Seguridad Social, Prestaciones de la LISMI, Prestaciones del Fondo Nacional de Asistencia Social (FAS), Prestaciones familiares por hijo/a a cargo, Prestaciones por desempleo, Renta de integración social de Galicia (RISGA)]
La brecha de género se reproduce tanto en el conjunto de pensiones y prestaciones como en las pensiones contributivas a la Seguridad Social: ellos cobran alrededor de 270 euros más al mes que ellas. Esta diferencia representa aproximadamente un 30% de la media del importe mensual que cobran las mujeres en los dos casos.
Se visibiliza así el impacto de la precariedad en la vida laboral (temporalidad en sus contratos, elevado nivel de jornadas parciales, inestabilidad laboral...), que incrementa la pobreza en el caso de las mujeres que cobran una pensión o prestación.